El suicidio, un problema de salud pública enorme y sin embargo prevenible, según la OMS
Día Mundial para la Prevención del
Suicidio - 10 de septiembre
Corbis /RDB
8 DE SEPTIEMBRE DE 2004 | GINEBRA - El
suicidio constituye un problema de salud pública muy importante pero en gran
medida prevenible, que provoca casi la mitad de todas las muertes violentas y
se traduce en casi un millón de víctimas al año, además de unos costos
económicos cifrados en miles de millones de dólares, según ha señalado la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Las estimaciones realizadas indican que
en 2020 las víctimas podrían ascender a 1,5 millones. Tras el éxito del año pasado,
el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, organizado gracias a la
colaboración entre la OMS y la Asociación Internacional para la Prevención del
Suicidio (IASP), se celebrará el 10 de septiembre para llamar la atención sobre
el problema y preconizar la adopción de medidas a nivel mundial.
«Cada suicidio supone la devastación
emocional, social y económica de numerosos familiares y amigos», ha declarado
la Dra. Catherine Le Galès-Camus, Subdirectora General de la OMS para
Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental. «El suicidio es un trágico
problema de salud pública en todo el mundo. Se producen más muertes por
suicidio que por la suma de homicidios y guerras. Es necesario adoptar con
urgencia en todo el mundo medidas coordinadas y más enérgicas para evitar ese
número innecesario de víctimas.»
A escala global, el suicidio representa el
1,4% de la carga mundial de morbilidad, pero las pérdidas van mucho más allá.
En la Región del Pacífico Occidental representa el 2,5% de todas las pérdidas
económicas debidas a enfermedades. En la mayoría de países de Europa, el número
anual de suicidios supera al de víctimas de accidentes de tránsito. En 2001 los
suicidios registrados en todo el mundo superaron la cifra de muertes por
homicidio (500 000) y por guerras (230 000).
Entre los países que informan sobre la
incidencia de suicidios, las tasas más altas se dan en Europa del este, y las
más bajas sobre todo en América Latina, los países musulmanes y unos cuantos
países asiáticos. Se dispone de poca información sobre el suicidio en los
países africanos. Se calcula que por cada muerte atribuible a esa causa se
producen entre 10 y 20 intentos fallidos de suicidio, que se traducen en
lesiones, hospitalizaciones y traumas emocionales y mentales, pero no se
dispone de datos fiables sobre el verdadero alcance. Las tasas tienden a
aumentar con la edad, pero recientemente se ha registrado en todo el mundo un
aumento alarmante de los comportamientos suicidas entre los jóvenes de 15 a 25
años. Exceptuando las zonas rurales de China, se suicidan más hombres que
mujeres, aunque en la mayoría de lugares los intentos de suicidio son más
frecuentes entre las mujeres.
La OMS ha organizado hoy en Ginebra un
seminario especial sobre prevención del suicidio, en el que han intervenido la
Dra. Le Galès-Camus; el Dr. Benedetto Saraceno, Director del Departamento de
Salud Mental y Abuso de Sustancias; el Profesor Lars Mehlum, Presidente de la
IASP y Profesor de la Universidad de Oslo; la Sra. Sohini Banerjee,
investigadora de Calcuta, India; el Sr. Mark Milton, Presidente de la
Federación Internacional de Servicios Telefónicos de Emergencia, radicada en
Suiza, y el Reverendo Cosette Odier, capellán del Centro Hospitalario
Universitario del Cantón de Vaud.
El comportamiento suicida viene determinado
por un gran número de causas complejas, tales como la pobreza, el desempleo, la
pérdida de seres queridos, una discusión, la ruptura de relaciones y problemas
jurídicos o laborales. Los antecedentes familiares de suicidio, así como el
abuso de alcohol y estupefacientes, y los maltratos en la infancia, el
aislamiento social y determinados trastornos mentales, como la depresión y la
esquizofrenia, también tienen gran influencia en numerosos suicidios. Las
enfermedades orgánicas y el dolor discapacitante también pueden incrementar el
riesgo de suicidio.
«Es importante reconocer que el suicidio
se puede evitar», dice el Profesor Mehlum, «y que el hecho de tener acceso a
los medios necesarios para suicidarse es tanto un factor de riesgo relevante
como un determinante del suicidio».
Los métodos más empleados para suicidarse
son los plaguicidas, las armas de fuego y diversos medicamentos, como los
analgésicos, que pueden resultar tóxicos si se consumen en cantidades
excesivas. En este sentido, una novedad reciente es la decisión de muchas
empresas farmacéuticas de comercializar los analgésicos en blísteres y evitar
los frascos, más fácilmente accesibles, medida ésta con gran incidencia en la
elección de ese método de suicidio. En la actualidad la atención se centra en
evitar el acceso a los plaguicidas y en mejorar la vigilancia, la capacitación
y la acción comunitaria en relación con su manejo, por ejemplo en lo referente
a la seguridad de su almacenamiento y a las diluciones de los productos. Los
plaguicidas son una causa especialmente frecuente de las muertes por suicidio
en las regiones rurales de China. Las restricciones del acceso a las armas de
fuego se han acompañado de una reducción de su uso con fines suicidas en
algunos países.
Entre los factores de protección contra el
suicidio cabe citar una alta autoestima y unas relaciones sociales ricas, sobre
todo con los familiares y amigos, el apoyo social, una relación estable de
pareja y las creencias religiosas o espirituales. La pronta identificación y el
tratamiento adecuado de los trastornos mentales son una importante estrategia
preventiva. Asimismo, existen datos que demuestran que la formación del
personal de atención primaria en la identificación y el tratamiento de las
personas con trastornos del estado de ánimo puede hacer disminuir los suicidios
entre los grupos de riesgo, y así se ha observado en países como Finlandia y el
Reino Unido. Las intervenciones basadas en el principio de conexión social y el
fácil acceso a la ayuda, como las líneas de ayuda benévola y los programas de
chequeo telefónico de las personas de edad, han tenido resultados alentadores.
Además, las intervenciones psicosociales, los centros de prevención del
suicidio y la prevención escolar son todas ellas estrategias prometedoras.
Con la ayuda de expertos de todo el mundo,
la OMS ha elaborado una serie de directrices para distintos públicos llamados a
tener un papel esencial en la prevención del suicidio, incluidos profesionales
sanitarios, personal docente, funcionarios de prisiones, profesionales de los
medios de comunicación y personas que han intentado suicidarse. Esos recursos
se pueden consultar ya en más de una decena de idiomas.
«También hay datos que indican que las
noticias de suicidios aparecidas en los medios de comunicación pueden llevar a
algunos a emular esos actos. Por ello, instamos a los medios de comunicación a
demostrar sensibilidad a la hora de informar sobre esas muertes trágicas y a
menudo evitables», ha declarado el Dr. Saraceno. «Los medios de comunicación
también pueden contribuir de forma destacada a reducir el estigma y la
discriminación asociados a los comportamientos suicidas y los trastornos
mentales.»
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